Revista
Beata Pasta abre un nuevo local en Madrid (Gran Vía, 22), un restaurante donde se unen el diseño y la gastronomía italiana. Ingredientes como el tomate San Marzano, la trufa de los Abruzos, la stracciatella de Puglia, la Nduja de Calabria o el limón de Amalfi, junto con la versión más actual de las recetas de toda la vida son el sello de la casa.
El resultado es una propuesta gastronómica casera, cocinada al momento con una base de cocina tradicional, pero con un toque fresco y joven. Además, Beata Pasta Gran Vía también cede protagonismo en su cocina al producto de temporada, por lo que cuenta con una carta viva, vinculada a la estacionalidad y hecha por completo en casa, salvo el pan, de Panadariø.
La propuesta gastronómica cuenta con una novedad: la pizza al padellino, especialmente pensada para compartir, con una fermentación de la masa de 72 horas y una doble cocción que asegura su carácter crujiente y ligero —es una masa fina y etérea, alejada de la pizza napolitana—. Presentada ya cortada lista para disfrutar, cuenta con especialidades como la ‘Beata Margherita’ —salsa de tomate San Marzano, fior di latte, albahaca fresca y aceite de oliva virgen extra—, ‘Duomo di Parma’ —salsa de tomate San Marzano, tomates cherry, aceite de albahaca, jamón de Parma y stracciatella— o ‘La tartufada’—crema de trufa negra de Abruzzo, burrata de Puglia, ricotta de bufala, setas y cebollino.
Además de pizza al padellino, la carta de Beata Pasta Gran Vía cuenta con antipasti; destacan nuevas propuestas para abrir el apetito, como la ‘Crunchy Nduja’ —raviolis fritos rellenos de ricotta y Nduja, salsa de yogur griego, cebolla de Tropea y un toque de miel—, el ‘Pastrami Tonnato’ —pastrami ahumado y cocinado a baja temperatura con salsa tonnata, flores de alcaparras y salsa verde— o la ensalada ‘Omega 3’ —con productos de la huerta de Aranjuez—, que se suman a clásicos como la croqueta ‘Cacio & tartufo’, la ‘Burrata Putanesca’ o ‘La vita è (Straccia) bella’.
Pero, sin duda, la pasta es la estrella de la carta, que se elabora a diario en el obrador y que se puede solicitar sin gluten. Entre las nuevas recetas, ‘Pacchero alla Vittorio’ —paccheri a los tres tomates rostizados, mantequilla y Parmigiano Reggiano 24 meses—, ‘Gambas y samba’ —espagueti, cacio e pepe, pimienta rosa, lima y tartar de gambas rojas—, ‘Candy me’ —caramelos de pasta rellenos de burrata, salsa de tomates cherry, crema de Pecorino Romano, tomate confit y albahaca— y ‘Real Bolognese’ —fetuccine con ragú a la boloñesa cocinado a fuego lento, tomate San Marzano, albahaca y crema de Parmigiano Reggiano—.
La ‘Pannacota Spaziale’ —una particular versión piña colada con crumble, coulis de piña y coco—, el ‘Amalfimisú’ —un tiramisú con el toque y el sabor del limón de Amalfi y mascarpone aromatizado— y la ‘Habibi Cake’ —tarta Dubái Chocolate rellena de crema de pistacho y pasta kataifi, chocolate fondant y masa quebrada al cacao negro— se suman a una cremosa tarta de queso, al tiramisú clásico y al artesano helado de fior di latte.
En cuanto a bebidas, Beata Pasta Gran Vía propone cuatro cócteles: Spritz clásico y su versión ‘Amalfi Spritz’ —limoncello de Almafi, prosecco, zumo de limón y pepino—, limonada casera y una particular sangría, con un toque de Cointreau, zumo de limón y naranja. Además de cerveza, también ofrece seis referencias de vinos italianos, cada uno de ellos elegido por el sumiller del grupo, Manuel Sorana, y acorde a la propuesta de pasta; el comensal puede elegir entre blancos, tintos, espumosos y rosados, que se ofrecen por copas y por botellas.
El azul y el plateado son los colores que inundan el local de Gran Vía. Además de su característico escaparate a la calle desde donde ver el obrador de la casa y la cocina vista, a los comensales les recibe el rincón de la nonna con sus recetas.
Con un aforo para 115 comensales y dos plantas, nada más entrar, el local cuenta con una primera zona donde se ve el ADN de la marca: una gran mesa alta para una decena de comensales para compartir vivencias y con los clásicos azulejos pintados, y frente a ella la zona más característica de Beata, mesas bajas con un gran mural. Unas escaleras conducen a la planta baja. Tras ello, otra sala para una treintena de comensales que puede concebirse como un espacio multifuncional, con posibilidad de convertirse en un reservado.