Revista
Divina Gilda abre sus puertas en Madrid, en el corazón del barrio de Chamartín. Su carta del bar está centrada en los grandes clásicos taberneros, como las cremosas croquetas de jamón ibérico Joselito, las gambas rojas a la salo la tradicional ensaladilla de ventresca de bonito y langostinos, reinventada con polvo de aceitunas y piparras. Por supuesto, en Divina Gilda no falta el pincho que le da nombre, con una amplia oferta y su particular interpretación en una versión de este bocado: las gildas calientes.
Bajando las escaleras, el comedor presenta una propuesta más elaborada, diseñada por el chef ejecutivo de Divina Gilda, Víctor Soto, quien ha creado un menú con platos como las carrilleras ibéricas en su jugo o la merluza con salsa de huevas y champagne. Además, las cartas de ambos espacios han sido desarrolladas de la mano de la dietista nutricionista Sara Pino Coca.
Su bodega incluye más de 120 referencias de diferentes denominaciones de origen que representan fielmente la geografía nacional, sin olvidarse de los clásicos, las nuevas tendencias y una cuidada selección internacional. “En Divina Gilda vemos el vino, no las etiquetas”, refleja su carta. Asimismo, los amantes de la coctelería podrán disfrutar de una oferta pensada para maridar estos bocados.
El espacio que envuelve esta experiencia para los sentidos ha sido diseñado por el estudio de interiorismo MAM Experience Building, que se ha centrado en tres elementos clave: la entrada de luz natural, la transparencia y la conexión fluida entre las dos plantas del local
Todos los vinos, junto con los platos de ambas cartas y una variedad de productos selectos como chacinas, quesos, conservas, ahumados y sus focaccias recién elaboradas, están disponibles en su tienda gourmet. El tercer y último de los espacios que completan Divina Gilda pone a disposición del público la posibilidad de replicar la experiencia en su propio hogar.
El espacio que envuelve esta experiencia para los sentidos ha sido diseñado por el estudio de interiorismo MAM Experience Building, que se ha centrado en tres elementos clave: la entrada de luz natural, la transparencia y la conexión fluida entre las dos plantas del local.
En la planta calle, el techo de madera organiza las distintas áreas del establecimiento, con mesas y taburetes altos en el centro y zonas más acogedoras en los extremos. La entreplanta, en contraste, ofrece un ambiente más íntimo con mobiliario cómodo y relajado. La iluminación, cuidadosamente diseñada, juega un papel crucial al diferenciar el día de la noche y adaptar el ambiente a las diversas actividades y áreas del establecimiento.