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Pistola nace para reivindicar el bocadillo como un emblema propio, algo que forma parte de la cultura madrileña y que también puede ser sinónimo de creatividad culinaria. La elección de la ubicación de Pistola no es casual, y cumple con el objetivo de encontrar el equilibrio entre el antes y lo de ahora. La bocatería hereda la esquina del restaurante Mastropiero, en San Vicente Ferrer.
José Fuentes, chef y propietario de Kulto (c/ de Ibiza, 4), ha sido el encargado de plasmar el equilibrio en la carta. El pan, el que da sentido a cada una de las propuestas, proviene de El Horno de Babette.
Propuestas como el bocadillo de chipirones fritos con calamares encebollados y morcilla, alioli de ajos asados y lima y velo de papada ibérica ahumada; el de filete ruso con carne Discarlux, pimiento del padrón, vinagreta de encurtidos y mezcla de quesos D.O.P Idiazabal y La Peral, o el de pollo campero con piquillos a la brasa, rúcula salvaje, láminas de manzana verde y aliño de sésamo y naranja; no pueden faltar en una primera visita. Para acompañarlos, cócteles como el Marianito, un vermut preparado al que le añaden unos toques de ginebra, Campari, vino amontillado seco y zumo de naranja; o un Bloody Mary con un toque mediterráneo al que le añaden vinagre de manzana infusionado con eneldo fresco.
En definitiva, Pistola es “el resultado de nuestro amor por lo que hacemos y de nuestro amor por Madrid”, tal y como explica Quique Santamaría, uno de los socios principales. Un proyecto que, como afirma Cayetano López, dueño de Mondolirondo y copropietario, es “un punto de encuentro, una voz auténtica, simpática e innovadora que quiere lanzar un mensaje buenrollero de pan y amor a todo el que viva o visite nuestra ciudad”.