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A las 13:00, justo en plena franja de servicios de comidas, la electricidad desapareció en toda la zona centro, afectando a turistas y transeúntes. Lejos de cerrar, los locales del Grupo Rosi La Loca World –Rosi La Loca, Bestial by Rosi La Loca e Inclán Brutal Bar– decidieron mantener su actividad adaptando sus operaciones. Lo recaudado durante las horas sin luz se destinó íntegramente al bote de propinas del equipo, como gesto de gratitud por su implicación.
“En momentos así, hay que sacar lo mejor de uno mismo. Todo lo que se facturó se convirtió en propina directa para el equipo. Era nuestra forma de agradecerles su entrega, su alegría y el compromiso con el que se volcaron desde el primer minuto”, explica Minerva Tapial, CEO de Rosi La Loca World. “Este oficio tiene una gran responsabilidad social. Sabíamos que muchas personas estaban colgadas, y si podíamos darles algo de alegría, aunque fuese sin electricidad, teníamos el deber de hacerlo”, añade.
Minerva Tapial: “En momentos así, hay que sacar lo mejor de uno mismo. Todo lo que se facturó se convirtió en propina directa para el equipo. Era nuestra forma de agradecerles su entrega, su alegría y el compromiso con el que se volcaron desde el primer minuto”
En pocos minutos, las mesas se sacaron a la calle, aprovechando la luz natural, y se ofreció una carta reducida de platos fríos. Además, se dio a cada cliente un cóctel de bienvenida gratuito. “No podíamos dejar tirada a la gente. Había muchos clientes internacionales saliendo de los hoteles sin saber dónde ir. Quisimos ofrecer algo más que comida: refugio y nuestra alegría tan característica, incluso sin luz”, comenta Tapial.
El servicio se mantuvo hasta la 1:30, y durante ese tiempo se sirvieron platos emblemáticos del grupo adaptados a una cocina sin electricidad. Entre ellos, burrata italiana con emulsión de albahaca, zamburiñas con mayonesa de kimuchi gratinada y ralladura de lima, tataki de atún de aleta amarilla con alga wakame y alioli cítrico, jamón ibérico con regañás, ensaladas y postres. “Cuando la vida te lanza un imprevisto, hay que afrontarlo con responsabilidad y empatía. Quienes podíamos seguir sirviendo teníamos el deber de hacerlo”, concluye Tapial.