Revista
A punto de concluir 2020 ya no hay dudas del destrozo que la Covid-19 ha provocado sobre el turismo, en general, y sobre la hostelería, en particular. Un inesperado tsunami económico que ha caído de lleno sobre estas actividades como consecuencias de las restricciones sanitarias para atajar la pandemia; con una ola que ha arrastrado a otros muchos sectores relacionados directa o indirectamente. Muchas empresas de equipamiento, de alimentación y bebidas han padecido también de lleno sus consecuencias, por el efecto tractor que tienen ambos sectores sobre la economía.
En este grave contexto de crisis, los establecimientos llevan meses afectados por cierres totales o parciales, aplicando las medidas sanitarias exigidas sin respaldo económico, en lucha por mantener su viabilidad... Y también reinventándose. Los hoteles han intentado capear la situación a base de imaginación, dando nuevos usos a sus espacios y reabriendo las puertas gradualmente con protocolos de seguridad; mientras llega la ansiada vacuna que permita de verdad el reseteo de la actividad turística. Entre tanto, la restauración se sumaba a, poner en marcha servicios de delivery o de take away, en muchos casos, como única tabla de salvación para no cerrar definitivamente.
La extensión en el tiempo de las decisiones sanitarias para acabar con el virus está debilitando sobremanera a las empresas y arrojando datos desoladores, sin precedentes. Centrándonos solo en el eslabón más débil, la hostelería, hasta el mes de octubre, se había producido ya el cierre de 65.000 negocios, la pérdida de 350.000 puestos de trabajo y una caída de la facturación de más del 50% respecto a 2019. A ello habría que sumar las consecuencias en las más de 30.000 empresas asociadas a la hostelería cuya facturación conjunta supone cerca del 20% del PIB nacional. Desde el sector calculan que serían necesarios 8.500 millones de euros para frenar este desplome. De no adoptarse medidas de apoyo, se podría llegar a la pérdida de más de 1 millón de empleos y a la desaparición de un tercio de los establecimientos hosteleros: 100.000.
El sector hostelero en España representa el 6,2% del PIB, da trabajo a 1,7 millones de personas y aporta cerca de 17.500 millones de euros a las arcas del estado. Estas magnitudes evidencian la urgencia de un plan de apoyo que incluya ayudas directas, en línea con lo realizado en otros países de nuestro entorno, donde ya se han destinado más 130.000 millones de euros en total. Sin duda, se necesita un plan que equipare el apoyo a lo realizado por otros socios de la UE. Pero también es vital aprovechar esta crítica situación para reforzar la colaboración público-privada, avanzar en una apuesta decidida por la tecnología y la digitalización del sector, así como conseguir la actualización al siglo XXI, tanto de nuestro modelo turístico como de todos los negocios hosteleros.
El desafío es grande. Esta crisis también está afectando a la Marca España, pero el país no tiene más remedio que seguir apostando por ser referente mundial en turismo. Nuestra hotelería y hostelería es resiliente y sabrá demostrar a medio plazo, una vez más, su potencia. La incertidumbre es siempre un estado incómodo, pero también un catalizador para el cambio. Este año perdido, seguramente el más anormal que hemos vivido, tiene que servir para trazar una nueva hoja de ruta. Un trampolín que precipite un mejor futuro.
Desde HOSTELERÍA les animamos a aprovechar el vértigo de lo incierto para afrontar con optimismo la transformación y entrar con esperanza en 2021.
¡Feliz Navidad y un mejor 2021!